Desde hace años investigadores de diversas disciplinas biomédicas, en todo el mundo, utilizan el pez cebra (Danio rerio) en sus laboratorios. Se ha convertido en un organismo modelo para investigar patógenos y diversas enfermedades del sistema nervioso central y oncológicas. Uno de los resultados más sorprendentes fue protagonizado por los españoles Beatriz Novoa, Mónica Varela, Alejandro Romero y Antonio Fiqueras, del Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo, adscrito al CSIC.
Como informaron en “Journal of Virology”y en el marco del proyecto europeo “Fish for Pharma”, consiguieron analizar cómo el virus del Zika genera una respuesta inflamatoria en el pez cebra desde el primer momento, y gracias a su transparencia pudieron visualizar por primera vez procesos de gran importancia durante la respuesta inmune, a nivel celular.
Ahora, científicos británicos de la Universidad de Exeter, aseguran en “Functional Ecology” que algunos peces tienen una personalidad compleja y reacción de forma diferente ante el peligro. Esta afirmación se refiere, de momento a unos pequeños peces conocidos como “guppys” (Poecilia reticulata), que forman colonias numerosas en Suramérica.
Para Thomas Houslay, de ese campus, los “guppys” adoptan diferentes estrategias ante una situación de peligro. Mientras algunos intentan huir, otros se esconden en tanto que algunos exploran el lugar donde se encuentran. Esta meticulosa investigación se produce cuatro años después de que en “Nature” los investigadores estadounidenses Jeffrey McKinnon y Maria Servedio, de dos Universidades de Carolina del Norte, comunican que los machos del pez “guppy” despliegan una deslumbrante variedad de colores para que las hembras se apareen con ellos. Antes, otros trabajos científicos apostaban porque esta vistosidad la empleaban para despistar a los depredadores.
Jose María Fernández-Rúa