Está ampliamente demostrado que el consumo desmedido de alcohol es la principal causa de cirrosis hepática y de fallecimientos relacionados con otras enfermedades del hígado. Especialmente preocupantes son las cifras que se están publicando en España, relacionadas con el número de jóvenes consumidores de alcohol. Coincidiendo con ello, un estudio llevado a cabo por investigadores suecos confirma que beber durante la adolescencia se traduce en muchos casos en problemas hepáticos en la edad adulta. Este trabajo, publicado en “Journal of Hepatology” sugiere también que las pautas para la ingesta segura de alcohol en hombres deberían revisarse a la baja.
Las autoridades sanitarias de algunos países desarrollados recomiendan que el consumo de “alcohol seguro” para los hombres para evitar la enfermedad hepática alcohólica es de 30 gramos por día, aproximadamente el equivalente a tres tragos. Hannes Hgstrom, del hospital Karolinska demuestra en este trabajo que la cantidad que se bebe en la adolescencia puede predecir el riesgo de desarrollar cirrosis más tarde en la vida. “Sin embargo, lo que puede considerarse un corte seguro en los hombres está menos claro», matiza.
Con el fin de evaluar la asociación entre consumo de alcohol a edad temprana y el desarrollo posterior de enfermedad hepática grave, los científicos suecos llevaron a cabo un estudio retrospectivo. Así analizaron los datos de un análisis poblacional en Suecia, realizado entre los años 1969 y 1970 que incluía a todos los varones suecos que fueron reclutados para el servicio militar. En total, más de 49.000 hombres de entre 18 y 20 años. Según el protocolo que siguieron, compararon los números de identidad personal de los datos del reclutamiento con los del Registro Nacional de Pacientes y del Registro de Causas de Muerte. La finalidad era comprobar si los reclutas habían desarrollado una enfermedad hepática severa hasta fines de 2009. Los resultados se ajustaron por factores como índice de masa corporal (IMC), tabaquismo y uso de narcóticos, capacidad cognitiva y capacidad cardiovascular.
El resultado no puede ser más evidente: después de 39 años de seguimiento, 383 hombres habían desarrollado enfermedad hepática grave, que se definió como un diagnóstico de cirrosis hepática, enfermedad hepática descompensada (carcinoma hepatocelular, ascitis, varices esofágicas, síndrome hepatorrenal o encefalopatía hepática), insuficiencia hepática o muerte por enfermedad hepática. El riesgo dependía de la dosis, sin signos de un efecto umbral y siendo más pronunciado en los hombres que consumían dos bebidas por día, unos 20 gramos o más. Antes del ajuste por el índice de masa corporal, el consumo de tabaco, el uso de narcóticos, la aptitud cardiovascular y la capacidad cognitiva, el riesgo era significativo para el consumo diario de alcohol de tan solo seis gramos por día.
José María Fernández-Rúa