Madrid se enfrenta en los próximos días a un nuevo desafío. La Cumbre del Clima, que originalmente iba a celebrarse en Chile, supone un reto mayúsculo para la capital de España. La urgencia del cambio de sede ha sorprendido a la sociedad en general, pero especialmente a Greta Thunberg, la joven activista sueca que se encontraba ya en el continente americano. Este repentino giro, obligó a la joven a buscar una alternativa urgente para poder llegar a tiempo a España, y encontró la solución en el velero de una famosa pareja de Youtubers, con el que poder hacer el cambio de continente de la forma más sostenible posible.
En este contexto, se celebrará la XXV Cumbre anual del Clima de Naciones Unidas en Madrid, durante la primera quincena de diciembre. Esta cumbre ya se ha convertido en la reunión internacional de referencia desde que en 1992 fuera adoptada en Nueva York. En este marco, en 1997 los gobiernos acordaron incorporar el Protocolo de Kioto, para reforzar la conciencia pública de los problemas relacionados con el cambio climático. En esta ocasión, concretamente, la cumbre tiene el objetivo de lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, con el fin de impedir interferencias causadas por el ser humano, peligrosas para el sistema climático.
Para Madrid supondrá, entre otros frentes, convertirse en el foco mediático internacional. Por sus pabellones pasearán líderes mundiales, además de un gran número de jefes de estado, científicos y diversas personalidades del sector. Se espera que más de 20.000 personas se den cita en la cumbre durante esos días. No es la primera vez que España, y concretamente Madrid, decide acceder a la organización de eventos de forma urgente y los resultados, en su mayoría, han sido satisfactorios, lo que demuestra la gran capacidad de reacción que tiene nuestro país.
Para la celebración de la cumbre, Madrid ha habilitado seis pabellones de Ifema y diferentes puntos del recinto, con lo que se calcula que, asumir la organización del evento, supondrá un coste de 60 millones de euros. Cifra que se encuentra significativamente por debajo de los más de 100 millones de beneficio que se prevé que genere en toda la ciudad. No obstante, resulta algo paradójico calcular la contaminación que causará en nuestra ciudad la Cumbre del Clima. Numerosos periódicos se han hecho eco en estos días de las cifras de contaminación de la última cumbre celebrada en Polonia el año pasado. Los datos apuntan que se emitieron un total de 59.020 toneladas de CO2, cantidad similar a 383.246 vuelos Madrid-Palma. Y es que, según argumentan distintos grupos de activistas, el trasporte es el responsable de la mayoría de las emisiones que se generan en estas reuniones internacionales.
Pero, ¿cuál es el verdadero fin de estas cumbres? ¿Realmente son vinculantes los acuerdos que se alcanzan para los países? El hecho de que una de las naciones más contaminantes del mundo, como lo es EEUU, no asista a esta cumbre hace que, inevitablemente, pierda valor. Si las decisiones que allí se acuerdan afectan a países que son libres de implementarlas o no ¿qué efecto real tienen estas reuniones internacionales para el cambio climático?
Elena Sánchez de la Rica
Consultora