Hace treinta años consiguió dosis para el primer ensayo clínico español con seropositivos
Han transcurrido más de treinta años de la aprobación, en todo el mundo, del primer fármaco para frenar la infección del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), que causa el sida. Este medicamento tiene –porque todavía se sigue utilizando en el amplio arsenal terapéutico contra esta enfermedad ya crónica en los países avanzados, pero que sigue siendo sinónimo de muerte en el Tercer Mundo- tres letras: AZT.
El doctor Luis Valenciano Clavel, que en 1987 era director médico de la Fundación Wellcome en España, fue el encargado de traer a nuestro país las dosis necesarias de AZT (Azitomidina) para suministrarlo a 24 pacientes que habían sido seleccionados por los doctores Juan González-Lahoz, en Madrid; José María Gatell, en Barcelona y Ramón Cisterna, en Bilbao. A partir de entonces se organizaron simposios, congresos y reuniones marcadamente científicas en Estados Unidos y Europa. Estos clínicos, junto con otros muchos, pudieron asistir a los encuentros e intercambiar impresiones y datos gracias a la fina sensibilidad y bien hacer del doctor Luis Valenciano.
Virólogo y psiquiatra, este acreditado científico tuvo un papel relevante en la formación de decenas de nuestros clínicos infectólogos. Y también ayudó a periodistas, entre los que me incluyo. Recuerdo como si fuera ayer un pasillo del Centro de Convenciones de Chicago, que acogía en 1998 el Congreso mundial del Sida. Eran las siete de la tarde de allí y tenía que enviar la crónica de ese día al periódico. Me quedé solo, con Luis Valenciano a mi lado. Sentados en el suelo, con el ordenador enchufado a una pared de la que también se alimentaba un enorme aspirador, me ayudó a matizar la terminología científica de lo que escribía. Ahora hay decenas de fármacos antirretrovirales. Pero no se ha conseguido aún la ansiada vacuna.
PUBLICADO EN A TU SALUD EL DOMINGO 18 FEB 2018
José María Fernández-Rúa