“La eliminación de trabas al crecimiento de las empresas es fundamental para mejorar la competitividad de nuestra economía”
El relevo generacional es uno de los grandes retos que afrontan las empresas. En el caso de las empresas familiares, podría parecer que parten con ventaja, al contar con los hijos, sobrinos, etc. del empresario para continuar con la actividad económica. Sin embargo, la connotación familiar supone una complejidad que el resto de empresas no tiene. En una compañía no familiar, los procesos de selección y la gestión de la empresa pueden – y deben – diseñarse para captar talento directivo, con experiencia en otras empresas y sectores, para llevar el timón. Sin embargo, en la empresa familiar no siempre es tan fácil. El desarrollo profesional de los integrantes de la familia puede planificarse para asegurarse la continuidad de la empresa, pero hay muchos elementos, no siempre empresariales, que pueden afectar el devenir de la compañía. El caso de El Corte Inglés es sólo un ejemplo de la cantidad de conflictos que pueden surgir en las familias empresarias. Según palabras del presidente del Instituto de la Empresa Familiar (IEF), Francisco Riberas, las empresas familiares tienen «muchísimas cosas buenas», pero también «inconvenientes derivados de su naturaleza familiar». Es por eso que los protocolos, órganos de dirección, definición de valores, etc. son tan importantes en este tipo de empresas, como garantes de su continuidad y crecimiento. El propio Riberas afirmaba que «cuando una empresa familiar crece, y de manera sana, hay campo para todo el mundo, ya sea accionista o gestor. Si se queda estancada y no crece, se convierte en una jaula de grillos».
Sin embargo, no todas las dificultades en el relevo generacional son endógenas. Existen numerosos componentes externos, como imposiciones fiscales, giros regulatorios o procesos burocráticos que suponen serias trabas a la continuidad de las empresas. El impuesto de sucesiones y donaciones es, sin duda una de estas trabas. A pesar de que la legislación española protege la transmisión de participaciones en empresas para los familiares más cercanos, gracias al lobby ejercido por el IEF, hay numerosos casos en los que aquellos que tienen que tomar el relevo no son tal (familiares de cuarto grado, empleados, colaboradores…), y se encuentran con una imposición que, en ocasiones, no pueden pagar. Es decir, el impuesto de sucesiones y donaciones se comporta como una barrera a la continuidad de las empresas y, por lo tanto, al mantenimiento y la creación de empleo. En un contexto global, en el que el tamaño de las empresas es un factor de competitividad fundamental, la eliminación de estas trabas al crecimiento es determinante, y una medida que facilitaría la supervivencia de las empresas, sobre todo al hacer frente a tiempos de crisis.
Pepe Fenández-Rúa