La nueva ordenanza permite a los vehículos de movilidad personal usar el 80% de las calles madrileñas
Diferentes agentes sociales han ejercido lobby para exigir mayores inversiones en infraestructuras peatonales
Hace unos meses el patinete irrumpía en las ciudades españolas como el transporte urbano del futuro; un híbrido entre el peatón y el ciclista, rápido, cómodo y, sobre todo, libre. Sin embargo, lo que parecía ser la solución al tráfico y la contaminación, ha acabado por sujetarse a su propio hueco físico y regulatorio en las grandes capitales.
La sociedad ha recibido este último instrumento de movilidad de una forma muy desigual. Los jóvenes lo han aceptado como una alternativa a los coches, mientras las personas más mayores lo han rechazado como un nuevo peligro en y para las aceras.
La respuesta de las administraciones ante esta novedad motorizada ha sido, en general, prohibicionista. Los ayuntamientos no han encontrado otra solución al problema que una regulación estricta. La pretendida primacía del patinete, la imagen del futuro, ha quedado así reducida a una breve fotografía.
Barcelona fue la primera ciudad española en poner coto a los patinetes. Desde mayo del año pasado la capital catalana regula su uso a través de la Ordenanza de Circulación, en el apartado de vehículos de movilidad personal.Según la normativa los patinetes no pueden circular por la acera, y queda limitado su uso por los carriles bici a una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora (siempre que alcancen los 20 km/h).
A Barcelona le siguió Valencia, donde a través de su nueva ordenanza de circulación, se reducía el uso de estos medios eléctricos únicamente a transitar por los carriles bicis, ciclocalles y zonas residenciales a una velocidad máxima de 30 kilómetros por hora. Es decir, del mismo modo, queda prohibida su circulación por las aceras.
En línea con las ciudades más transitadas de nuestro país, la capital española se ha sumado a la regulación. El pasado viernes, el pleno del Ayuntamiento acordó la modificación de la Ordenanza de Movilidad Sostenible que, inspirada en las de Barcelona y Valencia, permite a los vehículos de movilidad personal usar el 80% de las calles. La normativa es la misma: podrán circular por los carriles bici y casi todas las calles de la capital…siempre que se respete la prioridad del peatón, no supere los 30 kilómetros por hora, y no pisen las aceras. La oposición en el Ayuntamiento de Madrid se han opuesto a este reglamento por considerarlo un condicionante a los gobiernos venideros.
Por su parte, las empresas de patinetes eléctricos continúan su desembarco en España. A la compañía estadounidense Lime, pionera en Madrid, se le han sumado Bird, Ufo, Eskay, Koko, Bbuho, Wind y Voi para ofrecer sus servicios. Lo han hecho en las últimas semanas, a la espera de contar con una regulación favorable fruto de sus acciones de lobby a nivel local.
En este contexto, la ventaja ecologista de este tipo de movilidad puede ser uno de los argumentos clave, en un momento en el que los ayuntamientos restringen el tráfico a los vehículos diésel. La propia ordenanza que regula los patinetes, también contempla la implantación de la Zona de Bajas Emisiones Madrid Central y el nuevo Protocolo Anticontaminación, que ha entrado en vigor este pasado lunes. Asimismo, los vehículos quedan obligados a vestir las etiquetas ambientales de la DGT, que indican el grado de contaminación de cada uno. Incluso los taxis o aquellos transportes que sirvan de turismo deberán llevar la etiqueta de Eco o Cero, con el objetivo de exigir un transporte limpio.
Diferentes organizaciones ecologistas y agentes sociales han hecho lobby en España reclamando mayores inversiones en infraestructuras peatonales y de bicicleta, para que estos trayectos multimodales sean más sostenibles y seguros.
El futuro de los patinetes dependerá del resultado de las próximas elecciones municipales, y de cómo la industria sea capaz de convencer a los partidos políticos y a sus candidatos del interés de este instrumento de movilidad. O tal vez, de que los nuevos Ayuntamientos descubran su posible rentabilidad económica.
En el mejor de los casos el uso del patinete vendrá acompañado de futuras regulaciones en materia de movilidad, seguridad y responsabilidad por parte del usuario, véase cascos u otros sistemas de protección que hoy en día no se utilizan. El patinete no sustituirá al coche pero probablemente convivirá con él. Juntos pero no revueltos.
Belén Sarriá