La mayoría de las baterías de litio que se comercializan hoy por hoy en todo el mundo tienen como destino desde vehículos eléctricos a teléfonos móviles. En su interior tienen un líquido que actúa como electrolito entre dos electrodos. Los analistas coinciden en señalar que si utilizaran un electrolito sólido aumentarían no solo las ventajas de seguridad, sino también la capacidad de almacenamiento de energía de estos ingenios.
En “Advanced Energy Materials”, los profesores Craig Carter, Lukas Porz, Tushar Swamy, Daniel Rettenwander, Harry Thomas, y Yet-Mit Chjiang, del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), junto con Stefan Berendts de la Universidad Técnica de Berlín; Reinhard Uecker, del Instituto Leibnitz; Brian Sheldon, de la Universidad de Brown y Till Fromling, de la Universidad de Darmstadt, recuerdan que el electrolito en una batería es el material que se sitúa entre los electrodos positivo y negativo.
Cada vez que se carga o drena, los átomos cargados eléctricamente (iones) atraviesan el electrolito de un electrodo a otro. Sin embargo, los electrolitos líquidos se pueden inflamar como ya ha ocurrido con algunos teléfonos celulares de fabricantes japoneses, en los que se han incendiado sus baterías. La consecuencia inmediata fue que compañías aéreas estadounidenses prohibieron de inmediato que sus pasajeros viajaran con estos teléfonos celulares. La industria japonesa se “puso las pilas” para, con ayuda de lobistas de Estados Unidos, explicar al sector aéreo que se había tratado de hechos puntuales.
Otra desventaja, señalan, son las acumulaciones de metal que se pueden originar en un electrodo y si llegan al otro pueden causar un cortocircuito, con lo que se dañaría la batería.
Han pasado más de cuarenta y cinco años desde que se produjeron los primeros problemas en las baterías recargables de litio, al formarse dendritas, y como señalan estos expertos todavía no se ha encontrado una solución al problema. Sin embargo, varios grupos de investigadores tratan de desarrollar desde hace relativamente poco tiempo electrolitos sólidos para estos dispositivos. De momento, trabajan con sulfuros de fósforo de litio y óxidos metálicos. En teoría buscan un material que sea rígido y no elástico, pero los que han probado hasta la fecha no han dado los resultados esperados en laboratorio. Un material más rígido, señalan estos expertos del MIT, debe ser más resistente a algo que intenta presionar en su superficie.
Cuando los investigadores hayan conseguido este objetivo el siguiente paso será convencer a las autoridades regulatorias de la necesidad de cambiar estos dispositivos, con lo que los lobistas ya están preparando los argumentos necesarios para llevarlo a cabo.