“Existe un parentesco prehistórico genético muy estrecho entre ibéricos y norteafricanos”
Los antígenos de leucocitos humanos (HLA), denominados así por el inmunólogo y premio Nobel francés Jean Dausset en la década de los cincuenta del siglo pasado, ilustran como ningún otro marcador biológico la unicidad y la diversidad de las personas. Esto lo sabe muy bien el profesor Antonio Arnáiz, catedrático de Inmunología de la Universidad Complutense y uno de los mayores expertos mundiales en genética de las poblaciones. Este acreditado especialista investiga desde hace más de 25 años la genética de las poblaciones del norte y sur del Mediterráneo. En su laboratorio del Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid y del Departamento de Inmunología de la Complutense colabora con científicos tunecinos y acabo de publicar en “PLOs One” que existe un parentesco muy estrecho prehistórico genético, cultural (misma civilización megalítica y de pinturas rupestres esquemáticas saharianas y de cuevas de Iberia) e incluso lingüística. En su opinión, el ibéro antiguo, el euskera y el bereber están muy emparentados. Pero como ha explicado esta semana en un congreso internacional celebrado en Estados Unidos, la genética sin contexto cultural y lingüístico puede dar lugar a interpretaciones confusas e incompletas.
En este punto cabe recordar al profesor Angel Martín-Municio, que solía repetir al referirse al polimorfismo genético, que este lenguaje de los aminoácidos se mantiene constante a través de las sucesivas generaciones de la misma especie y es distinto, a su vez, en las diferentes especies de seres vivos”. Ahora, el profesor Arnaiz concluye que ibéricos y norteafricanos tienen genes específicos comunes desde tiempos prehistóricos, tras protagonizar el estudio más grande que se ha hecho hasta hora en esta área, con cien poblaciones atlántico-mediterráneas de 36 países que incluye 32.012 cromosomas.
José María Fernández-Rúa