Tras la derogación del “impuesto al sol” y la aprobación del Real Decreto que desarrolla el autoconsumo de electricidad en España el pasado abril, se ha disparado la demanda de paneles fotovoltaicos en empresas y hogares
España siempre se ha caracteriza por ser uno de los países europeos más soleados y, sin embargo, ha sido uno de los que menos ha explotado el sol como fuente de energía. Hasta el pasado año, Alemania contaba con un millón de placas solares frente a las mil que había en España.
Esta situación está empezando a revertirse tras la aprobación, el pasado abril, del Real Decreto 244/2019 por el que se regulan las condiciones administrativas, técnicas y económicas del autoconsumo de energía eléctrica. El Gobierno en funciones hizo tangible las peticiones del lobby del sector ecologista y en defensa de las energías renovables, constituido por colectivos y organizaciones sociales de diversa índole, con la derogación del “impuesto al sol”. Además, empresas como Naturgy, Iberdrola o Gas Natural están intentando hacerse un hueco en este nuevo modelo energético más sostenible, pues están empezando a ofrecer soluciones solares integrales.
La regulación ha inaugurado una nueva forma de consumo energético, en la que se permite el autoconsumo de energía eléctrica a través de placas solares sin costes adicionales y el autoconsumo compartido. Esta medida fue valorada “muy positivamente” por la Unión Española Fotovoltaica (Unef), que espera que permita duplicar las instalaciones de placas fotovoltaicas con respecto a 2018.
Se establecen dos tipos de autoconsumo. Uno, sin excedentes, que no permite el cliente verter a la red la energía no consumida y otro, con excedentes, con el que se puede realizar el vertido y aplicar una reducción en la factura de la luz.
Un aspecto a destacar es la posibilidad de guardar y compartir la energía obtenida. Durante el día, es cuando los paneles solares generan más energía, tiempo en el que no suelen estar las familias en casa. Para almacenar esta energía y consumirla gradualmente, se pueden instalar baterías, ya sea individual, es decir, para cada domicilio, o conjuntamente para todo un edificio, de manera que la placa fotovoltaica y la batería suministran energía a toda la comunidad. De hecho, ya existe un modelo de autoconsumo compartido en la localidad de Rubí (Barcelona), convertida en la primera comunidad de vecinos en autoabastecerse de energía verde.
La medida es una clara apuesta para comenzar una transición hacia un país más respetable con el medio ambiente, porque permite a los consumidores una mayor independencia energética y se reducen las emisiones contaminantes derivadas de la producción industrial.
Marga Guillamón