“Las investigaciones futuras deberían ahondar en si el control adecuado de la inflamación reduce el riesgo de enfermedad hepática”
Las personas diagnosticadas de psoriasis tienen mayor riesgo de sufrir una enfermedad hepática grave, según un nuevo estudio de investigadores estadounidenses de la Universidad de Pennsylvania, en cuyas conclusiones aconsejan sobre el consumo de alcohol, el peso y el uso de medicamentos antiinflamatorios. Esta noticia debe calificarse como “buena”, ya que estos científicos ofrecen una serie de consejos para evitar que, además, esos pacientes se vean abocados a otra enfermedad. Sin embargo y en la mayor de las transparencias, dos de los expertos que han trabajado en este estudio publicado en “Journal of Investigative Dermatology” – los doctores Alexis Ogdie y Joel Gelfand- informan que han sido consultores de Pfizer y Takeda. En el trabajo se dice también que los pacientes con psoriasis tienen un mayor riesgo de enfermedad hepática grave que los que sufren artritis reumatoide. Estas dos enfermedades autoinmunes son tratadas con frecuencia con fármacos similares, que pueden causar daño hepático. Este trabajo es el primero basado en analizar simultáneamente el riesgo de enfermedad hepática en pacientes con estas enfermedades inflamatorias y artritis psoriásica, en una gran población de más de 197.000 pacientes con psoriasis, 12.000 pacientes con artritis psoriásica y 54.000 con artritis reumatoide. Independientemente de los factores de riesgo comunes en la enfermedad hepática, como el consumo de alcohol y la diabetes, el estudio encontró que los pacientes con enfermedad psoriásica de la piel o de las articulaciones, especialmente aquellos con psoriasis cutánea más severa, tenían un riesgo elevado de enfermedad hepática grave. Asimismo, los pacientes con psoriasis que tomaban un medicamento de terapia sistémica como metotrexato tenían el riesgo más alto, especialmente para la enfermedad de hígado graso no alcohólico y cirrosis. Los autores señalan que las investigaciones futuras deberían ahondar en si el control adecuado de la inflamación reduce el riesgo de enfermedad hepática.
José María Fernández-Rúa