El brócoli está considerado en la comunidad científica como un superalimento, ya que en su composición figuran vitaminas, minerales, fibra, hidratos de carbono y un nivel bajo de grasa, entre otros. Los nutricionistas apuestan por preparar esta hortaliza al vapor o macerada con jugo de limón y aceite de oliva, fundamentalmente para aprovechar al máximo todas sus propiedades. En este contexto y además de los colectivos que defienden su consumo para prevenir diversos tipos de carcinomas, fortaleciendo el sistema inmune ahora hay que añadir a los investigadores suecos, estadounidenses y suizos, integrados en un equipo multidisciplinar, que lo consideran como el “arma secreta” para combatir la diabetes tipo 2. Esta enfermedad afecta a más de trescientos millones de personas y, según cálculos estimativos, cerca del 15 por ciento no pueden beneficiarse de un tratamiento de primera línea con metmorfina por riesgo de daños renales. La profesora Annika Axelsson, de la Universidad sueca de Lund ha conseguido demostrar en “Science Translational Medicine” con ayuda de potentes plataformas informáticas que el brócoli es capaz de contrarrestar cambios de expresión génica asociados a la diabetes tipo 2. Se centraron en medio centenar de genes para analizar un total de 3.852 compuestos para fármacos que, potencialmente, pudieran revertir la enfermedad. El más prometedor fue el sulforafano, un compuesto natural que se encuentra en vegetales crucíferos y que se ha demostrado que tiene propiedades antimicrobianas y anticarcinogénicas. Los investigadores comprobaron que amortiguó la producción de glucosa en células hepáticas y también tuvo éxito en ratas a las que previamente se les había inducido diabetes.
El siguiente paso consistió en suministrar extractos concentrados de brócoli a 97 pacientes diagnosticados con diabetes tipo 2 durante tres meses. También fue un éxito, por lo que afirman que el desarrollo de firmas génicas para investigar grandes repositorios públicos de datos de expresión génica “es una valiosa estrategia para identificar de forma rápida compuestos clínicamente relevantes”.
José María Fernández-Rúa
Publicado en el suplemento “A tu salud” de La Razón el domingo 10 de septiembre de 2017