“La industria farmacéutica innovadora sigue con atención el hallazgo de que tienen un ancestro común desde hace cuatrocientos millones de años”
Desde principios del siglo pasado decenas de grupos de investigación repartidos por todo el mundo trabajan con arácnidos para analizar su potencial efecto terapéutico frente a infecciones y también como bioinsecticidas y sedas para ciencia de los materiales. Estos trabajos siguen siendo foco de atención de algunas compañías farmacéuticas innovadoras. El penúltimo avance en este campo, el último se puede registrar en cualquier momento, lo han protagonizado investigadores de estadounidenses, europeos y japoneses, con la araña casera Parasteatoda tepidariorum, muy conocida en laboratorios científicos, y el escorpión Centruroides sculpturatus, el más venenoso de Norteamérica que habita en Arizona. La conclusión más relevante de este trabajo dirigido por Richard Gibbs, director del Centro de Secuenciación del Genoma Humano en EE.UU es que hay una duplicación completa del genoma durante la evolución de arañas y escorpiones. Esto es, que comparten un antepasado común desde hace más de cuatrocientos millones de años. En opinión del profesor Stephen Richards, este hallazgo proporciona a los científicos una valiosa comparación con la evolución de vertebrados y abre la puerta para desvelar genes y procesos que han sido importantes para nuestra evolución.
El trabajo, publicado en “BMC Biology” forma parte del proyecto piloto i5K, tiene el objetivo de descifrar el genoma de cinco mil especies de artrópodos. La industria farmacéutica innovadora y los analistas internacionales siguen con atención los progresos que se van registrando, ya que incidirán en el desarrollo de nuevos medicamentos. Así, cabe recordar los trabajos que llevan a cabo investigadores españoles en el laboratorio IRB de Barcelona, para extraer péptidos naturales de venenos de escorpiones y araña que tienen la capacidad de atravesar la barrera hematoencefálica sin destruirla.
Publicado en «A Tu Salud» de La Razón el domingo 17 de septiembre de 2017
José María Fernández-Rúa