Un grupo de científicos ha conseguido desarrollar un algoritmo para un tipo de rehabilitación con robots
La robótica ha irrumpido con fuerza, pero sin hacer ruido, en la biomedicina. Hasta tal punto tiene ya su importancia que la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias (AAS) edita una publicación semanal sobre esta disciplina científica, con similares características a “Science” y “Science Translational Medicine”. En esta última se ha publicado un estudio, que apenas ha tenido repercusión en los medios de comunicación por la temporada estival, en que explica cómo un grupo de científicos ha conseguido desarrollar un algoritmo para un tipo de rehabilitación con robots. Estos ingenios ayudan a los pacientes con lesiones neurológicas a aprender de nuevo a caminar.
Su método, que actualmente se encuentra en etapa de investigación en un ensayo clínico, podría ofrecer mejores resultados para los pacientes en rehabilitación. Los expertos subrayan que estos programas para lesiones de médula espinal o ataques cerebrovasculares necesitan muchas horas de caminar sobre una cinta andadora con soporte a ritmos estables predefinidos, pero, en la vida real, las personas deben moverse en diferentes direcciones y cambiar la marcha.
En busca de una alternativa a los sistemas de apoyo actuales para el torso superior que solo actúan como sostén rígido que mantiene a la persona erguida, Jean-Baptiste Mignardot y su equipo del Instituto de Tecnología de Lausanne, en Suiza, utilizaron un arnés robótico que ayuda a resistir la fuerza de gravedad que empuja a la persona hacia abajo, al tiempo que le permite moverse hacia adelante, hacía atrás y de un lado a otro, junto con un algoritmo que proporciona apoyo personalizado para abordar los problemas motores específicos de cada paciente.
El sistema está controlado por una red neuronal artificial que modifica la cantidad de fuerza hacia arriba y hacia adelante mediante un entramado de cables, a partir de información sobre cerca de 120 variables diferentes relacionadas con el movimiento del cuerpo. Usar el arnés permitió a 26 voluntarios en recuperación de una lesión en la médula o de un accidente cerebrovascular a caminar con una motricidad similar a la de una persona sana. Los investigadores explican que una hora de entrenamiento sobre el suelo con el arnés y utilizando el algoritmo permitió alcanzar significativas mejoras en la capacidad de caminar sin apoyo en cinco pacientes con lesiones en la médula, mientras que la misma cantidad de tiempo en una cinta andadora, por el contrario, empeoró la locomoción en uno de los pacientes.
En esta investigación que apenas ha sido divulgada a los medios de comunicación de Europa por las instituciones implicadas, también han participado expertos de la Universidades de Zurich, Delft y del hospital de Vaud.
Jose María Fernández-Rúa